martes, 9 de diciembre de 2008

Entrega de estudio de caso 16 de diciembre del 2008 a las 17.00 hrs.

La entrega del estudio de caso (aproximadamente 15 cuartillas) correspondiente será el próximo martes 16 de diciembre del 2008 a las 17.00 hrs.

Sean puntuales. Este documento junto con el examen parcial será la parte medular de la evaluación del curso.

El documento debe de contener una parte teórica documental, y la segunda parte que corresponde a la entrevista a profundidad aplicada. Asimismo un apartado de conclusiones a manera de un resumen ejecutivo donde plasmen las recomendaciones pertinentes para la mejora del desempeño de la institución objeto de estudio.


A t e n t a m e n t e



Mtro. Paul Valdés.

martes, 28 de octubre de 2008

Investigación documental y de campo del estudio de caso

El trabajo será parte central de la evaluación del 2 parcial (15 a 20 cuartillas) y será entregado la última sesión del mes de noviembre. El desarrollo del documento comprende necesariamente el enfoque del institucionalismo de Douglas North, y el proceso de democratización de las instituciones políticas en México, es decir nos enfocaremos en el análisis de aquellas instituciones emergentes que buscan garantizar, promover, defender, ampliar... los derechos políticos y sociales de los ciudadanos.

El documento consta de una investigación documental con los siguientes apartados:
una introducción, justificación, diseño institucional de la organización, reglas formales, reglas informales, el sistema de incentivos y castigos.

Por otro lado, la investigación de campo consta de una entrevista a profundidad con un actor de la institución a ser estudiada. para ello deberán en realizar una guía de entrevista la cual será supervisada por el profesor.

A grandes rasgos, este será el trabajo del mes de octubre. En cada sesión deberán asistir dos alumnos a trabajar y seguimiento con el profesor, para ello es necesario calendarizar el mes.

Saludos.

jueves, 9 de octubre de 2008

Nacionalismo revolucionario en el Estado de México

Revolución de 1910 y sus secuelas en el Estado de México

Origen y desarrollo del Estado, s. XIX y S. XX

El siguiente texto describe el origen y las dificultades que tuvo el estado mexicano en su gestación, hasta 1867. La historia del Estado de México se da en el contexto de la debilidad institucional del Estado mexicano principalmente en la primera mitad del siglo XIX. El estado mexicano formo parte de los primeros 20 estados y 4 territorios que formaron el Estado Nacional.

Posteriormente, la herencia liberal de la constitución de 1857, fue recogida por el ala positivista que alcanzo su máximo esplendor en el periodo porfirista cuyo fin fue la revolución de 1910.

En otra entrada abordaremos el periodo histórico de la posrevolucionaria cuyas reglas formales son reflejadas en la constitución de 1917.


La formación del Estado mexicano en la primera época liberal, 1812-1867
. Brian R. Hamnett
Tomado de: http://www.ahila.nl/publicaciones/cuaderno1/5_hamnet.html


La ruptura política con el colonialismo proceso largo con interrupciones y reveses.
Dos factores centrales llaman la atención. El primero fue la supervivencia de México como entidad política durante todo el período de la crisis del antiguo régimen colonial. El segundo fue la deuda evidente de las nuevas instituciones — y la ideología que las inspiraba — al Despotismo Ilustrado y al Liberalismo de las Cortes de Cádiz (1810-1813).
México podía aprovecharse de tres elementos centrípetos que le proporcionaban la posibilidad de construir su integridad territorial como país independiente : la herencia del sistema burocrático colonial, la estructura diocesana, y la integración territorial del país por medio de los lazos comerciales y financieros del período colonial tardío.
Esta contribuyó al proceso de integración y coordinación del vasto territorio del Virreinato. Los mercaderes-inversionistas, también con su centro efectivo en la ciudad de México (pero obrando desde otros centros económicos como Puebla, Guadalajara, Veracruz o Oaxaca), forjaron los lazos comerciales y financieros, que a veces eran más fuertes que los del nivel administrativo. México era una ciudad capital en el centro de una creciente unidad económica. Estos lazos comerciales superaron las diversidades provinciales y los mercados locales autónomos. Estos factores contribuyeron de una manera decisiva a la preservación de la integridad política nacional durante la transición del virreinato al Estado soberano independiente.
Para justificar este acto de rebelión y legitimar la ruptura, los nuevos regímenes americanos adoptaron la doctrina de la soberanía del pueblo (o de la nación) derivada en última instante de la Revolución francesa en condiciones históricas totalmente diferentes.
Por esta razón, debemos comprender la formación del Estado mexicano dentro de un contexto de movilización popular ancha y amplia. Esa movilización tendría repercusiones hasta por lo menos la década de 1870, como la experiencia de las rebeliones populares de las décadas de 1840 y 1850 claramente lo mostraron. Cada crisis a nivel nacional proporcionaría a los grupos etnosociales debajo de la élite dominante una apertura política para presionar por sus propios intereses y a veces alcanzar sus propios objetivos. Alrededor de cada crisis nacional brotó una serie de rebeliones populares, algunas de ellas con fuertes raíces locales y amplia distribución territorial. Así sucedió con la quiebra de la Primera República Federal y la Guerra de Texas en 1835-1836, la caída de Santa Anna (1844), la Guerra con los Estados Unidos (1846-1847) y la quiebra de la República Centralista (1846), el derrocamiento de la Segunda República Federal (1852-1853) y la Revolución de Ayutla (1854-1855), y la tentativa por parte del nuevo régimen Liberal (1855-1857) para subordinar a la Iglesia, imponer una política de desamortización de las propiedades corporativas y exigir un juramento de fidelidad a la Constitución federal de febrero de 1857, a pesar de la fuerte oposición de la jerarquía eclesiástica. Todas esas crisis a nivel nacional tuvieron hondas repercusiones en el ambiente provincial.
Por esta razón, la política mexicano del siglo XIX no era exclusivamente una política de élites. No había en México una polarización cruda entre "élites" y "masas", sino, por el contrario, la estratificación social era complicada. Además, la experiencia de la lucha insurgente de la década de 1810 fue profundamente arraigada en la conciencia de muchos grupos sociales del país.
Durante las décadas de 1840 y 1850, la escala de protesta popular empezaba con parecerse a la de la insurgencia de 1810.
 La formación del Estado mexicano no fue de ninguna manera un proceso tranquilo. Las rivalidades entre las facciones políticas, la repetida tensión entre las élites provinciales y el gobierno central, y la presión popular todos fueron factores indicativos que sería un proceso lleno de perturbaciones.
Al mismo tiempo que México trataba de constituirse como Estado independiente viable, los Estados Unidos iniciaban su proceso de expansión territorial por el mismo continente. México comenzó su existencia como Estado soberano en septiembre de 1821 en la forma de un gran Imperio Mexicano.
Sin embargo, el Imperio Mexicano fue esencialmente débil : la crisis de la industria minera ya había comenzado durante la primera década del siglo debido a dificultades tecnológicas en lo que era el sector más dinámico de la economía : y desde el momento de la insurgencia faltaron inversiones suficientes para resolver tales problemas. Al mismo tiempo, la industria textil se encontraba en apuros por la competencia de manufacturas importadas más baratas y a veces de mejor calidad. Además, el impacto de la crisis multidimensional de 1808-1810 — social, económica, ideológica, religiosa, y política — hundió al país en un trastorno de que todavía no había salido en la década de 1820.

Todos esos poderes extranjeros deseaban establecer una ruta de comunicación entre los océanos Atlántico y Pacífico tras el istmo de Tehuantepec para avanzar su comercio internacional. México, por consiguiente, se sentía atrapado entre las ambiciones de las potencias europeas y los Estados Unidos.
Sin embargo, la historia de México hasta 1867 no era únicamente un cuento de humillaciones y fracasos. El país no sucumbió al federalismo soberanista de 1823-1824, repeló el atentado español de reconquista en 1829, sobrevivió a la pérdida de Texas, reincorporó a Yucatán (que también se había secesionado en 1836), sobrevivió igualmente a la derrota de 1847 y a la pérdida de casi la mitad del territorio nacional arrebatada por los Estados Unidos, y obtuvo la victoria contra el ejército francés en Puebla el 5 de mayo de 1862.
Presenció la retirada de las últimas fuerzas francesas en febrero de 1867, la caída del Segundo Imperio (1864-67) en junio y la restauración de la República. De esta manera, podemos apreciar que, a pesar de sus debilidades y divisiones internas, el país gozaba de una durabilidad y tenacidad que facilitó la victoria de 1867 y el triunfo del nacionalismo juarista. Estas características debían mucho al legado colonial que dio al país una forma duradera y una personalidad distinta. Aunque rechazada por los Liberales, la herencia colonial era profunda : la verdadera fuerza del país provino de esa mezcla de lo hispano y lo indio que producía una nueva civilización en el continente americano.
El Liberalismo sin éxito
El Liberalismo quedó verdaderamente sin éxito en el plano político nacional hasta la derrota del Imperio en 1867.
El triunfo del Liberalismo no fue de ninguna manera inevitable : hasta la época de la Revolución de Ayutla su base popular permanecía estrecha y débil. Los pequeños grupos liberales que habían capturado el control de los gobiernos nacionales o estatales descubrieron rápidamente que no podían mantenerse en el poder por mucho tiempo.

La caída del Primer Imperio en marzo de 1823 destruyó este objetivo. En adelante, México sería república. Por eso, una nueva definición de la soberanía tendría que ser formulada para legitimar esta nueva dirección política.
El temprano liberalismo no preveía la inclusión de las clases populares en los procesos políticos del nuevo sistema representativo. A pesar de la concientización popular durante la insurgencia, la ausencia de participación popular caracterizaba el primer experimento liberal-federalista de 1824-1836. Por eso, la política criolla de ese período tenía un aspecto artificial. Las élites provincianas se convirtieron en senadores, diputados de congresos, magistrados de tribunales supremos, y gobernadores en los nuevos estados establecidos en 1824.
La Estructura institucional
El Estado mexicano heredó varios elementos de la estructura institucional del virreinato. Las intendencias de provincia, creadas por la Real Ordenanza de Intendentes de 1786, fueron el prototipo territorial de los estados formados en 1824. Las diputaciones provinciales formadas por primera vez en 1813 y reconstituídas y extendidas a partir de 1820 prepararon la base para los congresos estatales de la nueva república.
Al mismo tiempo, los constituyentes gaditanos crearon un nuevo oficial para suceder a los subdelegados, el jefe político. La Constitución disminuyó la autoridad del virrey, reduciéndolo a ser meramente el "jefe político superior" de la Nueva España.
 La Constitución de 1824 estableció un sistema federal, explícitamente rechazado en 1812. Creó 19 estados y cuatro territorios. Estos estados formularon sus propias constituciones y empezaron la tarea de construir sus instituciones internas. Debajo del Gobernador del Estado, elegido por el "pueblo", habría un gobernador de departamento, y debajo de éste habría un subprefecto de distrito, ambos nombrados por el Gobernador. El constitucionalismo de 1824, de esta manera, no mantuvo el jefe político (de 1812) y prefirió establecer un nuevo oficial por cuatro años (y la posibilidad de reelección). Este oficial, que no tendría un sueldo fijo, presidiría en los ayuntamientos o repúblicas de indios (pero sin el derecho de votar)1. Después de la quiebra del federalismo en 1836, el sistema centralista mantenía el subprefecto a nivel distrital, mientras que desmanteló la estructura federal, aboliendo los estados y nulificando sus constituciones. Redujo los antiguos estados a "departamentos" con un "Gobernador" nombrado por el Presidente de la República. Estableció una Asamblea Departamental en cada Departamento. Entre el Gobernador y el subprefecto de distrito habría un Prefecto nombrado por el gobierno nacional. Las Siete Leyes y las Bases Orgánicas dieron forma jurídica a esas medidas que fueron restablecidas por los regímenes centralistas de 1858 y 1863.
 Los constituyentes de 1856-57 restablecieron al jefe político. A partir de la Constitución de febrero de 1857, éste oficial llegó a ser la personalidad más significativa en el proceso electoral en los distritos. Nombrado por el Gobernador del Estado, el jefe político representaba la supervivencia de un tipo de autoritarismo a nivel distrital. De profunda importancia durante la República Restaurada (1867-76), el jefe político alcanzó su mayor importancia bajo el régimen personalista del General Díaz (1884-1911), Cerca de 300 de ellos funcionaban en la República alrededor del año de 18902.
El proyecto de rehabilitación financiera
México tenía que reconstituirse después de once años de insurgencia en condiciones económicas adversas. La rehabilitación del sistema financiero era una necesidad prioritaria. El tributo indígena, que se remontaba al siglo XVI y formaba una parte fundamental del sistema fiscal, fue abolido en 1810.
En el Estado de Oaxaca, por ejemplo, se cobraba la contribución personal a razón de 2 reales mensuales por cada peso de ingreso neto y un real por cada 1 000 pesos de valor de propiedad. Los subprefectos cobraban el impuesto
Muchos gobiernos estatales encontraron grandes dificultades en la cobranza de los impuestos, fuesen nuevos o tradicionales, en los pueblos. Sin embargo, muchas veces no tenían fuerzas armadas suficientes para hacer cumplir el pronto pago de las contribuciones, cuando no se podía lograrlo por los medios tradicionales de consenso. Un déficit en el presupuesto anual era una cosa común.

Cada Estado tenía la obligación constitucional de enviar a la Federación una contribución anual de sus ingresos locales llamado el contingente, establecido por la ley del 21 de septiembre de 1824. La Federación estableció la cuota para el contingente en función de la población de cada Estado.
En muchos casos, los Estados no podían o no querían cumplir con sus cuotas. Sus deudas a la Federación persistían por muchos años.
 La presión de la deuda interna, después de 1824, la externa también y la resistencia en contribuir a la solvencia del gobierno nacional por parte de las élites provincianas explicaron en parte el fracaso de los experimentos constitucionales de los primeros cuarenta años del Estado soberano mexicano.
La Constitución de 1857 y la realidad mexicana
El objetivo del grupo liberal que predominó en el congreso constituyente de 1856-1857 fue el de formular una constitución más radical que la de 1824.
Desde la presidencia de Juan Alvarez (octubre-diciembre 1855) unas divisiones profundas empezaron a brotar en el campo liberal entre los "moderados" y los "radicales". El Presidente Ignacio Comonfort (1855-1857) claramente se oponía a las tendencias radicales del constituyente y trataba de retardar el proceso de la formulación de la constitución. Varios Gobernadores de Estados, incluso Juárez en Oaxaca, protestaron contra el Estatuto Orgánico Provisional de la República, publicado el 15 de mayo de 1856, como "centralista".
Cuando fue promulgada la nueva Constitución, el 5 de febrero de 1857, Comonfort no estuvo dispuesto a colaborar con la renovación radical de las instituciones nacionales.
 La Constitución federal de 1857 estableció por primera vez el sufragio universal masculino pero, al mismo tiempo, seguía la práctica de elecciones indirectas adoptadas en 1791 y 1812.
Previeron elecciones periódicas para todas las instituciones representativas de la República. Muy pronto se dieron cuenta de que el problema principal sería el de cómo manejar las elecciones en las circunstancias reales del país. Por consiguiente, el jefe político llenó el vacío entre lo ideal y la realidad, y en adelante ejercía una posición clave en la determinación de sus resultados8.

Los Liberales intentaron secularizar la sociedad mexicana, comercializar la propiedad raíz y liberar las fuerzas del mercado. Su proyecto era la subordinación de la Iglesia al Estado frente a una jerarquía reconstituída y consciente de su propia misión, y la introducción de un sistema de educación pública y laica.
Separaron la Iglesia y el Estado, decretaron el matrimonio civil — con la previsión de una forma de divorcio — establecieron el registro civil y comenzaron el proceso de reducir la influencia del clero en la educación. La Iglesia y sus defensores se opusieron fuertemente a esas inovaciones que a su juicio reducían el carácter esencialmente católico de la nación mexicana9.
 Según los creadores del sistema de 1857, los dos problemas más fundamentales del país eran el personalismo político y la herencia del centralismo.
La Constitución estableció una presidencia de cuatro años. Por consiguiente, Juárez debía haber terminado su primer mandato constitucional en noviembre de 1864. La Guerra de la Intervención lo impidió y, siguiendo los consejos de Lerdo, su Secretario de Relaciones, Juárez empleó las facultades extraordinarias para prolongar su término por los decretos del 8 de noviembre de 1865 durante la guerra. Por esta razón, la cuestión de la reelección entró en la política mexicana por primera vez como un tema de la mayor preocupación.
 Después de la primera reelección de Juárez en 1867 y la reunión del Congreso Nacional, las reformas proyectadas en la convocatoria recibieron una amplia discusión.
Las controversias sobre la reelección y la convocatoria aumentaron las divisiones en el Partido Liberal, ya profundas desde muchos años, entre los moderados y los radicales. Por esta razón, el partido, aunque triunfante en 1867 con la caída del Imperio y la degradación permanente del Partido Conservador, no podía garantizar la estabilidad política ni la cohesión nacional. El partido no podía superar a la región, y la identidad nacional no podía trascender el personalismo y los lazos de patronazgo. El Partido Liberal, aunque único y dominante a partir de 1867, empezó a descomponerse en el momento mismo de su victoria.

Durante la dictadura de Porfirio Díaz (1884-1911) — que llegó a su culminación con la séptima reelección del Presidente en 1910-se decía que la debilidad esencial de la Constitución de 1857 explicó y aún justificó el establecimiento del autoritarismo. Sin embargo, Juárez y Lerdo consiguieron la mayor parte de las reformas proyectadas en 1867 en 1873-1874, sobre todo con el restablecimiento del Senado.
Conclusión
La formación del Estado mexicano fue un proceso lento e incompleto. No fue logrado de una manera definitiva durante el período concluído en 1867. El triunfo liberal de 1867 y la restauración de la República no llevó este proceso a su culminación, como lo demostraron los conflictos constitucionales y políticos de la década siguiente. Sin embargo, México había sobrevivido a una serie de profundas crisis poscoloniales y había mantenido no solamente su soberanía como Estado independiente, sino también su integridad territorial interna (por lo menos a partir de la cesión de La Mesilla en 1853). La inestabilidad política del período desde 1821 hasta 1867 se debió en gran parte a los problemas financieros que ningún régimen, cualquiera que fuese su orientación ideológica, podía resolver. En muchos aspectos, México continuaba siendo un país rico y con gran potencialidad pero con un Estado nacional desprovisto de los recursos que pudieran fortalecerlo. Tenía hombres de talento y originalidad, pero poca experiencia del sistema republicano representativo. Sin embargo, no se pudieron evitar la subversión de la Constitución de 1857 ni la construcción de una dictadura. La formación del régimen porfirista resultó no de la debilidad de las instituciones, aunque recién formadas, ni tampoco de la ausencia de hombres de talento y de ambición política, sino del deseo insaciable del General Díaz desde el triunfo republicano de 1867 de apoderarse del poder. Durante el período entre la Independencia y la consolidación del régimen porfirista, la política estuvo más abierta que en los períodos anterior y posterior. Además, la debilidad del Estado — y la división de la autoridad entre muchos centros de poder — hizo posible una mayor presión popular a varios niveles. Por esta razón, la política no fue únicamente una lucha entre facciones o personalidades de la élite. Al contrario, las acciones de grupos sociales más allá de la élite podían retrasar o frustrar la realización de los objetivos de los gobernantes.
Agradazco a mis colegas, Linda Arnold (en México) y Alfredo Galván (en Essex) sus comentarios beneficiosos.NOTAS:
1 Colección de leyes y decretos del Estado Libre de Oaxaca, Oaxaca, 1851, pp. 215-218.
2 J. Lloyd Mecham, "The Jefe Político of México," The South-Western Social Science Quarterly 13. 4 (1933), pp. 333-352.
3 José López Ortigoza, Exposición de su administración publica. Oaxaca, 1831, pp. 5, 28-29.
4 Archivo General del Estado de Oaxaca, Fondo Especial Benito Juárez, caja 13746. Colección de leyes y decretos, pp. 701-707.
5 Ramón Cagija, Memoria de Gobierno. Oaxaca, 1861, p. 81.
6 El Regenerador VII, no. 40, Oaxaca 19 de mayo de 1842. Benito Juárez, Exposición de su administración. Oaxaca, 1848, n°. 5 y 6.
7 Jorge L. Tamayo (comp.), Benito Juárez. Documentos, discursos y correspondencia. 15 vols. México, 1964-71, I, pp. 249, 251; IV, pp. 792-793. Rosaura Hernández Ramírez, Ignacio Comonfort. Trayectoria política. Documentos, México, 1967, pp. 40-55, 62.
8 Véase Emilio Rabasa, La Constitución y la dictadura. México, 1912, pp. 29, 52-55, y Daniel Cosío Villegas, La Constitución de 1857 y sus críticos. México, 1957.
9 Brian Connaughton, Ideología y sociedad en Guadalajara (1788-1853). Mexico, 1992, examina el desarrollo cambiante de las percepciones eclesiásticas de la política durante la primera parte del siglo XIX. Véase también La Cruz: periódico exclusivamente religioso establecido ex-profeso para difundir las doctrinas ortodoxas y vindicarlas de los errores dominantes, 7 vols., México, 1855-56.
10 Martín Quiriarte, Relaciones entre Juárez y el congreso. México, 1973, proporciona detalles, sobre todo, acerca de la cuestión de los poderes extraordinarios.

jueves, 2 de octubre de 2008

Próximo martes 7 de octubre examen parcial.

Estudios de caso en el contexto de la democratización de las instituciones políticas del Estado de México

Abordar como estudio de caso a las siguientes instituciones políticas del Estado de México:

ITAIPEM, Instituto de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Edomex.
IEEM-Tribunal Electoral
CDHEM, Comisión de Derechos Humanos Estado de México.